Índice analítico

Recursos pesqueros

junio de 2012, conocida como “Río + 20”, constituyó una oportunidad para recordar la importancia del sector pesquero en la realización del derecho a la alimentación y a la seguridad alimentaria de las poblaciones en el ámbito mundial. Sin embargo, hasta hace poco tiempo las estrategias de mejora de la seguridad alimentaria prestaban poca atención a este sector y a la gestión de los recursos pesqueros. Con un aumento promedio de más del 3% anual, el porcentaje de los recursos pesqueros en el consumo alimentario mundial ocupa un lugar cada vez más significativo para la seguridad alimentaria y nutricional de las poblaciones, sobre todo en los países de bajos ingresos. El consumo mundial de pescado per cápita, estimado en 18,4 kg anuales (2009), sigue estando caracterizado por importantes disparidades regionales. En los países de bajos ingresos, excluyendo a China, es de unos 10 kg, frente a casi 29 kg en los países industrializados. En África es donde el por-centaje es más bajo (9,1 kg). El consumo de pescado y la dependencia de esta fuente de alimentación son lógicamente mucho más importantes en las zonas insulares y costeras, así como en los países que disponen de un gran número de lagos y ríos.



Aunque el pescado sea objeto de un menor consumo en los países en desarrollo (PED) en comparación con el resto del mundo, en ellos representa una parte más elevada de los aportes en proteína animal. Mientras que los recursos pesqueros representan en promedio 15% del consumo de proteína animal en el mundo, este porcentaje se eleva al 20% en los PED. En África Occidental y África Central, el pescado representa más de la mitad de esos aportes. Esta constatación refuerza el análisis de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) según el cual los recursos pesqueros constituyen un elemento fundamental de la seguridad alimentaria y nutricional para la población de los PED. Los pescados, ricos en micronutrientes, constituyen muy a menudo una fuente de alimentación que sigue siendo accesible para las poblaciones más pobres y que permite responder a las deficiencias nutricionales que las afectan.

De manera más indirecta, los recursos pesqueros y, concretamente, la actividad de la pesca, responden a los desafíos de la seguridad alimentaria en tanto representan una vía económica de subsistencia. Creación de empleos, fuente de ingresos y apoyo a la economía, la actividad de la pesca o de valorización de los recursos pesqueros -práctica esencialmente artesanal en la mayoría de los PED- constituye una verdadera “red de seguridad” en los ámbitos económico y social en los países de bajos ingresos, permitiendo a muchas familias y especialmente a las mujeres (que conforman casi la mitad de la fuerza de trabajo de esta actividad en el mundo) obtener los recursos eco-nómicos necesarios para la alimentación, la vivienda, la salud, etc. Olivier de Schutter, Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, señala también que frente a situaciones de crisis, provocadas por una mala cosecha, un conflicto o un incremento en la volatilidad de los precios de las materias primas alimentarias, la pesca representa una fuente importante de empleos a tiempo parcial y de ingresos temporales, así como un recurso alimentario que es, en cierta medida, gratuito. Una apreciación compartida por la FAO que, en su informe sobre la situación mundial de la pesca y de la acuicultura 2010, advierte sobre la necesidad de incrementar la producción pesquera al menos en 27 millones de toneladas en los próximos veinte años, para afrontar los retos del crecimiento demográfico y de la urbanización, y de ese modo mantener el nivel actual de consumo per cápita en el mundo.

Aspecto crucial de la seguridad alimentaria y nutricional de las poblaciones que no tienen los medios para acceder a otras fuentes de proteína de calidad, el mantenimiento e, incluso, el aumento en el aprovisionamiento de recursos pesqueros está expuesto a un cierto número de obstáculos ligados, en primer lugar, a la preservación del ambiente. Desde la década de 1950, los movimientos de intensificación y desarrollo de métodos de pesca industrial contribuyen a debilitar los ecosistemas marinos que, en el futuro, serán cada vez menos capaces de proporcionar las cantidades de peces necesarias para la salud de las personas. Los efectos de la sobrepesca (la flota pesquera mundial sería al menos dos veces mayor que la necesaria para la explotación sostenible de los océanos), de las prácticas de pesca destructivas y de desechos (técnicas de arrastre, por ejemplo), exacerbados por el cambio climático, la contaminación y la destrucción de los hábitats (desaparición de un tercio de los arrecifes de coral en los últimos cincuenta años) alteran de forma rápida y permanente las reservas de recursos haliéuticos esenciales para la alimentación humana.

Si bien el acceso a los recursos pesqueros y las actividades de la pesca están condicionadas y deben tener en cuenta los imperativos ambientales, también están siendo impactados por la explosión del comercio internacional y la globalización del sector de la pesca. Estimado en 8 millones de toneladas en 1976, el comercio internacional de productos pesqueros alcanzó 57 millones de toneladas en 2010.

De ese modo, aproximadamente el 40% de la producción haliéutica es vendida en los mercados internacionales, una cifra superior a aquella que alcanzan otros productos alimentarios como el arroz (5%) o el trigo (20%). Para los PED cada vez más numerosos, la pesca se ha convertido en un sector económico clave tomando en cuenta los ingresos por las exportaciones y los ingresos públicos por la venta de derechos de acceso a las flotas de pesca.

¿Cuáles son las consecuencias para la seguridad alimentaria de las poblaciones pobres locales? Sobre este punto, las conclusiones siguen siendo inciertas. Olivier de Schutter señala que, en algunos países donde la pesca artesanal nunca se ha expandido demasiado, el desarrollo de la pesca extranjera y las inversiones cada vez más importante realizadas en las plantas de procesamiento de pescado para abastecer a los mercados extranjeros pueden mejorar también la disponibilidad de alimentos en el nivel local, sobre todo cuando los programas de gobierno reorientan los productos pesqueros de los mercados de exportación hacia los mercados locales. Al mismo tiempo, la dependencia respecto de las exportaciones para asegurar los ingresos, y respecto de las importaciones para garantizar la seguridad alimentaria, crea una cierta vulnerabilidad; las crisis económicas y la inestabilidad de los precios de los alimentos amenazan con provocar el aumento en el costo de las importaciones de pescado destinado al consumo alimentario directo en algunos PED o, en lo concerniente a sus exportaciones, de provocar una contracción de la demanda y una baja en los precios.

Otra práctica inherente a la globalización del sector de la pesca puede afectar a la seguridad alimentaria de numerosos PED, insulares y costeros: la práctica del “acaparamiento de los mares” provocada por la conclusión de acuerdos (bilaterales) de licencias y de derechos de acceso. Mediando finanzas, muchos países insulares permiten a flotas pesqueras de aguas lejanas, principalmente de los países industrializados, explotar los recursos pesqueros locales. En la actualidad esta práctica propicia la crítica. La distribución de los beneficios ligados al acceso y a la explotación de recursos por parte de las flotas extranjeras es particularmente desigual en detrimento del país de aco-gida. La corrupción y la desviación de fondos privan a las poblaciones locales de los beneficios generados por estos acuerdos de pesca. Las capturas ilegales, las declaraciones inexactas y las capturas accesorias realizadas por las flotas industriales extranjeras son ignoradas y no dan lugar al pago de tasas. Por último y lo más importante, ante la competencia de los buques extranjeros que pescan las mismas especies y explotan los mismos lugares, los pescadores artesanales locales no pueden llevar a cabo libremente su actividad y contribuir a la satisfacción de las necesidades alimentarias locales.

Garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones pobres en los PED aumentando el abastecimiento en recursos pesqueros; promover la pesca como impulso económico y social de las sociedades respondiendo a las exigencias ambientales; la integración de estas problemáticas relativas a la explotación y a la preservación de los recursos pesqueros suponen la (re)definición de los medios para garantizar la coexistencia entre la pesca industrial y los derechos de los pescadores artesanales y de las comunidades costeras. Para ello, Olivier de Schutter formula cinco recomendaciones: crear zonas de pesca exclusivamente artesanal para los pequeños pescadores y establecer medidas represivas contra las incursiones de las flotas industriales (por ejemplo: en Camboya, las autoridades han otorgado derechos de uso comunitario a los pescadores artesanales en el mayor lago de agua dulce del sudeste asiático); apoyar a las cooperativas de pescadores artesanales y ayudarlos a ascender en la cadena de valor; establecer planes de cogestión para administrar localmente los recursos haliéuticos; abstenerse de emprender proyectos de desarrollo a gran escala, tales como la extracción de arena, que tienen un impacto desfavorable en las condiciones de vida de los pescadores artesanales; y, por último, integrar en su totalidad el producto de la pesca y a los pescadores artesanales en la legislación nacional sobre estrategias alimentarias.




El acceso y la gestión de los recursos pesqueros constituyen por tanto un tema crucial para la realización del derecho a la alimentación de las poblaciones. El enfoque de los Derechos Humanos supone que los Estados se orienten hacia un uso sostenible de los recursos, garantizando al mismo tiempo que los derechos y los medios de subsistencia de los pescadores artesanales y de las poblaciones costeras sean respetados y que la seguridad alimentaria de todos los grupos de población que viven de la pesca sea mejorada. Este equilibrio difícil de lograr es, sin embargo, una vía indispensable para la realización y protección de la seguridad alimentaria de las poblaciones rurales pobres en las cuales la alimentación y los ingresos dependen de la pesca.




Bibliografía sugerida:  DE SCHUTTER, O. (2012), La Pesca y el Derecho a la Alimentación, Informe presentado ante la 67° período de la Asamblea General de la ONU, A/67/268 (consultable en línea);  KAUSHIK, S. (2004), Alimentation humaine, ressources halieutiques et avenir de l’aquaculture, in Aquaculture et environnement, Dossier de l’environnement de l’INRA n° 26, p. 20 (consultable en línea);  ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA (2012), El estado mundial de la pesca y la acuicultura 2012, Departamento de Pesca y Acuicultura de la FAO, Roma (consultable en línea).

THOMAS BREGER

Véase también:Derecho a la AlimentaciónDesarrollo SosteniblePolítica pesquera comúnSeguridad alimentaria.