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Conferencia de Hot Springs

En enero de 1941, el presidente Roosevelt pronunció su “Discurso sobre las Cuatro Libertades” y calificó indirectamente a la agricultura y a la alimentación del mundo como una condición para la paz, al enunciar que esta última “consiste en estar libre de la necesidad”. La idea hará camino, especialmente a través de la Carta del Atlántico y hasta la organización de Conferencias Internacionales bajo el auspicio de los Estados Unidos, convocadas con el claro objetivo de establecer las bases de un nuevo orden mundial, próspero y pacífico.



Una de estas conferencias se dedicará específica y enteramente a la agricultura y a la alimentación, lo que indica que el aislamiento de estas dos cuestiones en el ámbito internacional fue aceptado de forma espontánea. Organizada en mayo de 1943, la Conferencia de Hot Springs se celebró con la convicción de que la erradicación del hambre y de la pobreza es una condición para la paz. Tiene el gran mérito de haber establecido un vínculo, en el seno de las políticas públicas implementadas a nivel nacional e internacional, entre la cuestión de los recursos naturales, la cuestión agrícola y la cuestión de la alimentación. Heraldo de la futura Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), concluyó en términos edificantes: el acta final de la conferencia se refiere explícitamente a la alimentación como un derecho de la Humanidad y recomienda la aplicación de una política de abundancia y, por lo tanto, de desarrollo de la explotación de los recursos de la agricultura y de aumento de la producción de recursos alimentarios. También, alienta al comercio internacional de alimentos y a la cooperación internacional con el objetivo de erradicar el hambre y solicita el compromiso de los Estados en el sentido de adoptar medidas para garantizar la seguridad alimentaria de sus poblaciones. Se evocan las necesidades alimentarias particulares de las poblaciones vulnerables y el pago de precios suficientes a los productores. Asimismo, se reconoce la necesidad de una intervención directa del Estado, “de la finca a la mesa” como se diría actualmente. Por último, se establece el objetivo de limitar las fluctuaciones en los precios de los productos agrícolas y alimenticios.

Si bien los Estados remitirán a otras negociaciones la resolución sobre las modalidades concretas de estas relaciones comerciales en formación, al no llegar a un acuerdo de principio sobre los medios, la Conferencia de Hot Springs permitió fijar un objetivo esencial y para realizarlo, se exalta nada menos que una forma de intervencionismo económico en la explotación, la gestión y el comercio de los recursos naturales con carácter alimentario. Así, se está muy lejos de la consideración de mercancías ordinarias y del establecimiento de un mercado autorregulado, para acercarse a las reivindicaciones que hacen hoy en día numerosas organizaciones no gubernamentales.

Al afirmar en términos tan claros la idea de excluir a ciertos “bienes” del circuito comercial clásico, la comunidad internacional parece haber aprendido las lecciones de la Historia. La idea fue retomada en otras dos conferencias que tuvieron lugar en la misma época: la de Filadelfia (1944), que refunda la Organización Internacional del Trabajo y postula, entre otros principios rectores, que el trabajo no es una mercancía; y la de Bretton Woods (1944) que, a la vez que promueve el comercio internacional, en particular mediante un conjunto de disposiciones formalizadas unos años más tarde en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), establece un sistema monetario internacional organizado en torno al dólar estadounidense, pero con una fijación al oro y que evita que la moneda sea únicamente regulada por el mercado.




Al final de cada una de estas conferencias, la economía pierde su autonomía y se ve sometida a la política. La tierra y los recursos alimentarios que contiene y produce, el trabajo así como la moneda, ya no se consideran mercancías ordinarias, sometidas a la ley de los mercados autorregulados. Sin embargo, el mercado y el libre comercio han prevalecido y la Conferencia de Hot Springs terminó siendo olvidada, a pesar de un intento de adoptar un instrumento internacional que fue la Carta de La Habana.




Bibliografía sugerida:  GRAZ, J.-Ch. (1999), Aux sources de l’OMC – La Charte de la Havane 1941-1950, Genève, éd. Librairies Droz, Publications d’histoire économique et sociale internationale.

FRANÇOIS COLLART DUTILLEUL

Véase también:Carta de La HabanaDerecho a la alimentaciónOrganización Mundial del Comercio.