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Ayuno

La práctica del ayuno siempre ha estado relacionada, independientemente de las religiones o filosofías que la sustentan, con el control de los impulsos de su propio cuerpo y de una forma de voluntad de controlar mejor a este último para ponerse en situación, a la vez física y mental, de control de sí.



Para limitarnos sólo a las religiones monoteístas, en el judaísmo se practicaba hasta cuatro ayunos anuales, relacionados con la destrucción de Jerusalén por Babilonia: el ayuno del cuarto mes, para recordar el día en que los babilonios abrieron una brecha en las murallas del Templo; el ayuno en el quinto mes también se estableció para recordar esta desgracia; el ayuno del séptimo mes, para recordar la desolación del país que siguió al asesinato del gobernador de Judá, Godolías; por último, el ayuno del décimo mes, para evocar el momento en que los que habían sido deportados a Babilonia supieron la noticia de la caída de Jerusalén. Sin embargo, el ejemplo más conocido es el ayuno de Yom Kippour, destinado a “humillar” el alma y que se propone frenar los apetitos corporales en su conjunto, vistos como primera fuente del pecado.




El cristianismo no parece haber retomado el mandato religioso del ayuno, pero esta práctica fue ampliamente seguida en el primer monaquismo egipcio del desierto, donde viven monjes ermitaños que practican mortificaciones ligadas al ayuno, algunas veces muy excecivas, con el fin de dominar los ardores de la carne. Posteriormente, la ley canónica hizo del ayuno una pena destinada a compensar ciertas categorías de pecados. Sin embargo, en algunos momentos del año litúrgico también se ordenó al conjunto de los fieles practicar el ayuno, sobre todo en el período de cuaresma, que se supone representa a Jesús en su estancia de 40 días en el desierto. Pero el rigor de estas reglamentaciones del Derecho Canónico se flexibilizó a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965).

En el Islam, el ayuno del mes de Ramadán se considera uno de los cinco pilares de la religión, a menudo realizado antes de la peregrinación. Este ayuno tiene la función de recordarle al ser humano que todo le viene de Dios y así recuperar un estado de necesidad, que lo hace más disponible para poder comprender el mensaje que le concedió Dios mediante la boca del Profeta. Pero también es posible llevar a cabo ayunos muy costosos, es decir supletorios, que son igualmente recomendados. Algunas prácticas sufíes, ligadas al Islam místico, también hacen del ayuno un medio de control de los impulsos del cuerpo para volver su espíritu más disponible para Dios.




Bibliografía sugerida:  Dictionnaire encyclopédique du christianisme ancien, Cerf, Paris 1990;  Dictionnaire du Coran, éd. Robert Laffont, coll. Bouquins, Paris, 2007.

DOMINIQUE GAURIER

Véase también:Prohibiciones alimentarias.